
Mi árbol vino de una maceta de mi vecina Haydee, al pequeño parque de la parte trasera de mi casa. Sintiéndose libre creció hasta pasar la terraza de Lita. De vez en cuando le cortaba alguna ramita, pero los últimos años lo dejé crecer libremente.
Pero hoy me dije, pondré la escalera más alta y podaré el árbol.
Para mi sorpresa comenzaron a revolotear muy enojados una cantidad de pájaros que me sorprendió.
Trepada al escalón más alto, contemplé con asombro los nidos que los pájaros defendían.
¡Que maravilla en plena ciudad vivir “llena de nidos”¡.
Al contarlo a un amigo me dijo –éste es un regalo de San Francisco porque hoy se celebra su día-.
Autora: María del Carmen Castro
No hay comentarios:
Publicar un comentario