miércoles, 17 de junio de 2009

ODA A LA LUNA


La luna sobre el mar, inmóvil, me recuerda, antiguas noches. Cuando desde una terraza, esperaba su llegada.
Porque la luna, no sale siempre a la misma hora. Y entonces, en noches claras, era la emoción de verla asomarse por el horizonte, roja, bella, amiga.
Día tras día, la esperaba. Recuerdo que me proponía, guardar celosamente, ésa imagen, para cuando vinieran los días menos felices. Sacarla de mi pasado, y así, recrearme nuevamente con esas vivencias salvadoras.
Las vacaciones tienen vencimiento, debemos dejar en el recuerdo lo bueno o lo malo que hemos logrado. Volver al trabajo. Hundirnos en la boca del subte y a lidiar con la rutina.
No obstante, las noches de luna, me siento en un tronco de árbol, del jardín del fondo de mi casa, espero hasta que se asoma y le pregunto con la mirada. ¿Qué viste en tu camino hacia aquí? Cuéntame como eran las olas hoy. Y los verdes campos, sembrados de maíz. ¿Los girasoles ya florecieron? No, eso sucederá en primavera. ¿Te miraste en algún río? ¿Qué secretos te contó el viento?
Hay momentos que parece sonreírme, condescendiente, como si pensara - preguntas igual que los niños- Y sí. Guardo una niña dentro de mí. Y lucho por conservarla. Aunque ya no haga la travesura, de abrir el envase de papel – porque en mi niñez casi todo se envasaba en papel- y comer una buena cantidad de azúcar, camino a casa.


Autora: María del Carmen Castro

1 comentario:

Anónimo dijo...

Maravillosa...amiga, sos brillante. JEF