jueves, 15 de octubre de 2009

LA LOBA


Me abrí paso fuera del útero de mi madre.
Con gran esfuerzo, según dicen, quienes lo presenciaron.
Sucedió un frío día del mes de Febrero, en un pequeño pueblo de montaña, en un lejano continente.

Esto, fue solo el preludio, de los desafíos que vendrían luego.
La vida, y la muerte, serían los atributos, los excesos, que acompañarían mis pasos.

Un día hay vida. Todo florece. Pero a la vuelta de una esquina, la muerte nos atonta, y otra vez la vida nos eleva, dictando sus leyes.
Desde muy pequeña, oí decir, que hay vida después de la muerte. Quién sabe!
Sólo sé, que hay vida en ésta vida.
Me lo dicen las fotografías, testigos inmutables. Las encuentro irresistibles, valiosas. Me pregunto ¿por qué ya no me gusta que me saquen fotos?

Mis recuerdos más tempranos, las ausencias, los días lluviosos, el mundo a media marcha. En los últimos años comprendí. Fijar el rumbo. Sostener delicada, pero firmemente el timón. Lo que fue, nunca volverá a ser igual. Puede ser hasta mejor, a veces. No igual.
Crucé el Océano, recibí algunas caricias. Hoy me encuentro encerrada, en algo que los humanos, llaman zoológico.

Mi plan siempre será escapar, y volver a la manada, donde quedaron mis montañas.
María del Carmen Castro

2 comentarios:

Silencios dijo...

La vida es un cumulo de acontecimientos siempre desventurados, hasta que decidimos volver al origen.

Mis besos siempre agradecidos

Anónimo dijo...

Excelente Marita... Profundidad y calidez. JEF