sábado, 10 de septiembre de 2011

Despedida de una profesora del colegio Ernesto Longobardi a mi hijo y sus compañeros en el año 1990...


Queridos alumnos:
Cuando comencé a redactar las palabras con las que los despediría de este ciclo, no pude evitar angustiarme al pensar en las diferencias profundas que hay entre ustedes y los jóvenes de generaciones anteriores, entre el entorno que ustedes tendrán y el que ellos han tenido.
No se les puede pintar ilusamente un futuro promisorio, porque todos sabemos lo difícil que les será lograrlo y como el éxito dependerá en gran parte, solo de su talento y voluntad, sino de las circunstancias personales que cada uno tenga que afrontar.
Pensé entonces que deberíamos ofrecerles algo, alguna cosa que les sirviera de estímulo, que los alentara.
Y creo que ese algo es la pertenencia; este lugar, esta escuela, les pertenece y ustedes forman definitivamente parte de ella, lo mismo que nosotros; ella ha sido y será permanentemente parte de sus vidas.
Y la pertenencia tiene mucho que ver con el amor. En efecto, ahora mas que nunca, la sufrida escuela argentina, criticada, disminuida, considerada en los presupuestos nacionales como un gasto público a reducir y no como una inversión a futuro, es un acto de amor, es una conjunción de voluntades que se niegan a renunciar.
Nada nos ha unido más durante estos años compartidos que nuestro mutuo afecto;
Y que poco parece, en este momento en que se van!
Pero es lo que los seres humanos más necesitan para vivir y es mucho más de lo que alguna gente tiene. El amor es lo que hace que avancemos, crezcamos, maduremos.
Avanzar, no es escalar posiciones. El que sube, está solo en la cima, muy lejos de todos los demás, con una pequeña perspectiva del mundo que quedó allá abajo.
El que sube, deja debajo a sus afectos y muchas veces, los usa como peldaños para escalar.
El que avanza, avanza con todos, con las personas, con el paisaje; el que avanza, puede detenerse y retroceder, para tomar nuevo impulso y continuar la marcha.
Avanzar, no subir; eso es lo que diferencia al esperanzado del iluso, al trabajador del especulador, al oportuno del oportunista, al progresista del vulgar trepador, al talentoso del que es solamente un símbolo social.
¡Bienvenidos a nuestra marcha! La marcha de la gente honesta, la de los que hacemos las pequeñas cosas con grandes esfuerzos; y si se desalientan en el camino, recuerden: Aquí se los ha amado; ¡que nuestro amor los proteja, los ayude, los estimule en sus vidas futuras!
MARY BUENO

-COPIA TEXTUAL DEL ORIGINAL QUE GUARDO CELOSAMENTE, CREO QUE ESTE ES EL MOMENTO DE PUBLICARLA...-

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