martes, 2 de septiembre de 2008

FILOSOFIA GATUNA

Mi gata se niega, últimamente, a permanecer dentro de la casa. Solo entra para comer o tomar agua. Nunca fue muy sociable, salvo que la persona desconocida que entrara le simpatizase, vaya uno a saber porqué, si por la voz o algún otro medio que desconozco.
Desaparecía, mutis por el foro, en algún rincón y no asomaba hasta que el visitante se iba.
No obstante, por la noche, a cierta hora, arañaba la puerta para que abrieran y dormía en su almohadón hecha un ovillo.
Esta circunstancia gatuna me hizo pensar, que tenemos algo en común.
La que escribe, siempre eligió el otoño entre las demás estaciones pese a los que dicen que es triste, que los árboles pierden las hojas, los días son más cortos, es la antesala del invierno; un sin fin de argumentos de mucha gente que conozco.
Contrariamente a éstos opongo los míos; la luz es más suave, los colores son variados y tenues , el calor es menos agresivo y el frío también.
Volviendo a lo de mi gata y lo que tenemos en común, (salvo el dormir a la intemperie) y como decía mi abuela, “no hay mal que por bién no venga”, con esto de la ordenanza que prohibe fumar dentro de los cafés de Buenos Aires, cosa que me parece muy bién, aunque yo consuma tabaco, ha puesto la ciudad, sobre todo algunos rincones estratégicos que voy descubriendo, muy agradables, que me permiten ver pasar la vida, real o imaginaria, in situ, no detrás de un vidrio.
Tal vez mi gata, ya bastante mayorcita, algo que también vamos teniendo en común, percibe que los sentidos se atrófian si no se utilizan y que el día que uno perduró, no vivió, es un día perdido e intuye poseer largo pasado y mediano futuro, con lo cual no se quiere perder de nada que le permita ser feliz.

AUTORA María del Carmen Castro
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