viernes, 3 de diciembre de 2010

UNA VOZ EN EL TELÉFONO...


La secretaria de Estado se comunicó con Cristina Fernández y le pidió disculpas. También le habló de la “importancia” de la relación con Estados Unidos. En la embajada norteamericana destacaron que la Argentina está entre los primeros países a los que Clinton llamó.

  Por Santiago Rodríguez
La primera en hacerse cargo fue la vocera de su embajada en Buenos Aires, después le tocó a su segundo y ayer fue finalmente la propia Hillary Clinton quien dio la cara por la divulgación de los cables clasificados en los que el área de Inteligencia del Departamento de Estado pide detalles en relación con el “estado mental y la salud” de Cristina Fernández de Kirchner: la responsable de la política exterior de Barack Obama levantó el teléfono y se comunicó con la Presidenta para darle las explicaciones del caso. El Gobierno, que desde el estallido del escándalo de Wikileaks mantiene silencio y por boca de algunos pocos funcionarios ha dicho que “es un problema” de los norteamericanos, dejó que las precisiones sobre la conversación las dieran en Washington. Allí consignaron que Clinton se “lamentó” por la revelación de los reportes y que no cortó sin dejar de destacar “la importancia” de la relación entre Argentina y Estados Unidos.

El llamado de Clinton a Cristina Fernández estaba al caer. Un par de días antes de que comenzara el goteo de la difusión de los cables de la diplomacia norteamericana y advertida de lo que se venía, la secretaria de Estado empezó a comunicarse personalmente con sus pares y mandatarios de los países afectados por las revelaciones. De visita en Uzbekistán, Clinton aprovechó un alto en su agenda para llamar a la Argentina y también al presidente paquistaní, Asif Alí Zardari.

El teléfono en Olivos sonó cerca de las dos de la tarde. El contacto se había acordado con anterioridad y, según trascendió, la Presidenta pidió que Clinton la llamara en ese momento para poder atenderla en la quinta presidencial, donde estuvieron presentes el secretario de Medios, Alfredo Scoccimarro, y el traductor oficial.

El portavoz del Departamento de Estado, Philip Crowley, reveló en Washington que Clinton “lamentó” ante Cristina Fernández la difusión de los documentos clasificados y que manifestó “la importancia de la amistad” de la Argentina con Estados Unidos. También comentó que ambas manifestaron su voluntad de seguir trabajando en conjunto.

“Para nosotros fue una llamada muy positiva, que duró casi veinte minutos”, contó, por su parte, la vocera de la embajada norteamericana en Buenos Aires, Shannon Farrell. La colaboradora de la embajadora Vilma Martínez, quien está de viaje, resaltó que la Argentina está entre los primeros países a los que Clinton llamó y que a otras naciones las llamadas las realizan funcionarios de menor rango.

La preocupación central de Wa-shington en relación con la Argentina pasa por la divulgación de los documentos en los cuales la directora del área de inteligencia INR/OPS del Departamento de Estado, Elisa Pitterle, solicitó el 31 de diciembre último a la embajada norteamericana en Buenos Aires que le remitiera información sobre “la dinámica interpersonal” de Cristina y Néstor Kirchner y diversas cuestiones vinculadas con su “estado mental” y su “salud”. La pauta al respecto la dio Farrell, quien el martes pasado le dijo a Página/12 que lamentaba que la divulgación de textos “que puedan agobiar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en un momento tan particular de su vida y agreguen angustia a su dolor”. La vocera de la embajada aclaró que lo decía “en términos personales y también en términos diplomáticos” y agregó que “si fuera así, sería horrible”.

En los cables en cuestión el área de Inteligencia del Departamento de Estado preguntaba, entre otras cosas, de qué forma manejaba Cristina Fernández el estrés y la ansiedad, de qué modo influían en sus decisiones y cómo hace para calmarse en caso de estar estresada. También requería datos sobre el estado gastrointestinal de Kirchner.

Farrell señaló que algunos de esos pedidos por parte del Departamento de Estado son “genéricos”. Se trata de una denominación que podría aludir a los perfiles psicológicos de líderes de otros países que Washington suele solicitar a sus embajadas.

La vocera de la sede diplomática norteamericana en Buenos Aires fue la primera en hablar del asunto y abrió un camino que después transitó el subscretario adjunto para Asuntos Políticos del Departamento de Estado, William Burns. El número dos de Clinton también llamó anteanoche al canciller Héctor Timerman y le pidió disculpas por la difusión de las comunicaciones entre Washington y su embajada.

Los cables secretos de los diplomáticos estadounidenses empezaron a salir a la luz el último domingo. Las comunicaciones entre la embajada en Buenos Aires y el Departamento de Estado que se filtraron a través de Wikileaks son 2233. Hasta el momento sólo se revelaron 17. En esos documentos aparecen mencionados varios funcionarios nacionales y diversos dirigentes políticos.

“No somos espías. No hacemos espionaje. Recabamos información. El hecho de que lo hagamos en privado no implica que seamos espías”, declaró Farrell ayer, antes de la comunicación entre Clinton y la Presidenta. La colaboradora de la embajadora Martínez explicó, además, que “nosotros mantenemos muchos contactos con muchos funcionarios, con muchas personas de la sociedad civil, con muchos periodistas; parte de nuestro trabajo es generar contactos, pero no tenemos control de nadie”.

Farrell también reconoció que “mucha gente está incómoda por lo que está escrito en los informes y nosotros sentimos eso también, estamos incómodos ante eso” y admitió que “no se sabe dónde va a parar” el escándalo que provocó la divulgación de los cables diplomáticos. Un rato después Clinton llamó a Cristina Kirchner y trató de mitigar el daño que produjo en la relación de Estados Unidos con la Argentina.

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